sábado, octubre 14, 2006

Café



¿Sentémonos? Hay mesa para dos.
¿Gusta de café?...

Su perfume huele a canela y a miel.
Su mirada recorre intrépida mis recovecos,
y su carisma no deja espacio en mí
que no se exalte en su presencia.

Hoy la he encontrado, tesoro ansiado,
después de la búsqueda más ardua y
de la esperanza más lastimada.

Simplemente es mía,
aun sea en mis pensamientos,
anhelantes de proveer a sus labios
un dulce te quiero,
impetuosos por ver en su rostro
sólo un ápice de ternura.

Sinceramente no busco en usted siquiera
muestra alguna de reciprocidad,
mas como deseo que su calidez
no se extinga, y que la almohada sobre
la que reposan sus sueños se convierta
en el objetivo en que descanse mi existencia.

La necesito, imperiosamente,
pero su presencia se encarga de mutilar la mía.
No sé si tal vez basta con respirar,
pero me ha dejado sin más alternativa.

Sé que jamás será mía, no hago duelo de aquello,
que me vale mucho ser suyo en fantasía
y lo hace poco la aversión de encontrarme
con negativa respuesta en vida...

Marche por buen camino, musa inspiradora,
no olvide jamás a quien no puede dejar
de crearla en su pensamiento,
que dicho ser no os olvidará nunca, y que
puede vivir por el sólo fin
de volver a encontrarle y compartir,
por última vez, una taza de café en su compañía.

Fiadmo

jueves, octubre 12, 2006

Nada Particular


Allí todo huele a humedad,

a silencio,

a susurros de sábado nocturno,

al siseo incesante de horas caídas,

de nostalgias no encontradas,

de indiferencias compartidas.


Allí ni vida ni muerte tienen cabida;

ni orgullo ni pretensiones acogida;

ni mi voz ni la tuya son bienvenidas,

sólo nuestras miradas mientras intenten

escapar de algún sentido para la vida.


Estamos solos, tú, yo y nadie,

escalando en la profundidad de una

quieta oscuridad,

coexistiendo en tierra cubierta de tibio rocío,

vigilando que todo siga simplemente

tal cual está.


Inventando excusas para mentirle al vacío,

despertando instintos

sólo después de la muerte adquiridos,

luchando díscolos frente a

la percepción de la realidad,

siendo y contemplando...

sólo siendo y contemplando.


Nada particular transcurre entre nosotros,

nada que admirar y nada que lamentar,

nada sobre que pensar y nada sobre que hablar,

¿Por qué reír si puedo callar?

¿Por qué llorar si puedo simplemente callar?


Fiadmo

martes, octubre 10, 2006

Divagar en un estado no definido

Está oscuro, todo.

Ventana sombría, luz despreciable.
Habitación vacía, inquieta soledad.
Murmullos silenciosos, dubitativos pasos.

Embriaguez, distorsión.
Todo como nada; ¿vida?
Ni siquiera como muerte.

Ansiedad indiferente, náuseas libertinas,
clandestinos segundos, perpetua perplejidad.

Clavos en mis sienes, látigos constantes,
pesadillas despierto, matanzas en vida.

Moho en mis manos, sangre en mis ojos,
dolor inquilino, vértebras trizadas,
hedor de entrañas, dignidad atropellada.

Orina en mis labios, acetona en mi garganta,
cuerpo bañado en terciopelado vómito.
Carroña descompuesta brotando de mi piel.

¿Dónde estás?
Hoy me has matado nuevamente.
¿Importancia? Poca.
¿Trascendencia? Ninguna.

Fiadmo

miércoles, octubre 04, 2006

Amiga mía






Amiga mía,

hoy me deseo comprometer con usted;

no para que encuentre en mi virtudes,

sino para pedir perdón por mis debilidades;

no para luchar en contra del mundo,

sino para hacer de este lugar lo mejor para usted;

no para sacar de su rostro una sonrisa,

sino para dejar miles de ellas en su alma;

no para insinuar que todo es perfecto,

sino para demostrar que la vida sin usted carece de sentido;

no para prometerle la gloria,

sino para demostrarle la grandeza de la sencillez;

no para que usted me admire,

sino para declararme un fiel servidor suyo.

Muy querida amiga mía, la quiero y admiro;

y no la quiero por ser mía, sino porque

usted siendo tan única e irrepetible,

se hizo mía por voluntad propia;

y no la admiro por ser bella,

sino porque usted, de entre todas,

representa la más cálida de las armonías

y expande con su fragancia majestuosa

el néctar de la imperial felicidad.

Amada amiga, hoy quiero decirle

que soy su más noble siervo,

que puede contar conmigo cuantas veces

usted requiera que alguien la escuche o aconseje,

que estaré a su lado contra tempestades y hecatombes,

que soy completamente suyo desde la más íntima

percepción de mi ser,

y que estaré a su lado el tiempo que usted desee.

Amiga mía, hoy quiero decirle…

que la amo.

Fiadmo