miércoles, octubre 04, 2006

Amiga mía






Amiga mía,

hoy me deseo comprometer con usted;

no para que encuentre en mi virtudes,

sino para pedir perdón por mis debilidades;

no para luchar en contra del mundo,

sino para hacer de este lugar lo mejor para usted;

no para sacar de su rostro una sonrisa,

sino para dejar miles de ellas en su alma;

no para insinuar que todo es perfecto,

sino para demostrar que la vida sin usted carece de sentido;

no para prometerle la gloria,

sino para demostrarle la grandeza de la sencillez;

no para que usted me admire,

sino para declararme un fiel servidor suyo.

Muy querida amiga mía, la quiero y admiro;

y no la quiero por ser mía, sino porque

usted siendo tan única e irrepetible,

se hizo mía por voluntad propia;

y no la admiro por ser bella,

sino porque usted, de entre todas,

representa la más cálida de las armonías

y expande con su fragancia majestuosa

el néctar de la imperial felicidad.

Amada amiga, hoy quiero decirle

que soy su más noble siervo,

que puede contar conmigo cuantas veces

usted requiera que alguien la escuche o aconseje,

que estaré a su lado contra tempestades y hecatombes,

que soy completamente suyo desde la más íntima

percepción de mi ser,

y que estaré a su lado el tiempo que usted desee.

Amiga mía, hoy quiero decirle…

que la amo.

Fiadmo