lunes, abril 30, 2007

El árbol perdido

¿Qué es un espejo?
se preguntó el hombre un día.
¿qué mirar en él?
¿por qué mirar en él?

Siete días mantuvo tal disyuntiva
al hombre en magna reflexión,
acudiendo a razonamientos
importantes, pero incoherentes,
exhortándolo a superarse,
embriagándolo de filosofía,
instigándolo a la sabiduría plena.

Después de la eternidad de tal creación,
el hombre se sintió frustrado y fracasado,
pues no había logrado encontrar satisfactoria
respuesta a su inquietud,
lo que provocó que, nuevamente,
tal ser clavará sus ojos en el centro de su duda.

Recurrió el hombre entonces a la sierpe,
hermosa, magnífica, única,
para encontrar aunque sea un soslayo
definitorio acerca del reverberador aparejo.
La sierpe, altiva e imperial,
desnudó las cualidades del espejo,
e idolatró al hombre,
acudiendo al cómo su perfección corpórea
queda retratada infinitamente frente a él.
Agregó también que el espejo regeneraba
la divinidad y las dotes plenos del humano,
y cómo no existía corazón latente
capaz de escapar a la inteligencia superior
del simio superdotado.
Y entregó la sierpe conocimiento
y sabiduría plenas al hombre
que andaba en tinieblas.

El hombre entonces se dio por satisfecho,
y fue capaz de crear a destajo,
agradeciendo a la sierpe por la eternidad.

Siete años después,
cuando el hombre conocía su poderío,
apareció pastando en el prado un recental,
cándido, pueril, extrañamente bello.
El recental vio como el hombre cargaba
siempre con un espejo por delante
y sonriendo le preguntó
qué se sentía cargarse dos veces.
El hombre que no entendió la pregunta
miró en menos al recental,
señalándole que su espejo era espléndido,
a lo que el recental sólo se remitió a concluir:
Hombre, te cargas en tus pies
y en tu espejismo.

El hombre desorientado soltó
a la sierpe que llevaba en su morral.
Y la sierpe mordió de muerte al
recental en su tobillo,
y el recental murió,
y la sierpe murió por siempre,
y el hombre quedó desnudo.

¿Qué es un espejo?
¿qué mirar en él?
¿por qué mirar en él?

Fiadmo


Mi verdad atea

El azufre me quema la garganta,
mientras mi piel se descompone
al compás del ataque clandestino.
Siento como el ácido se cuela en mis ojos,
derritiendo mi iris,
y un vástago atraviesa mi oído medio.

El dolor, realmente,
nunca ha podido ser descrito,
y ahora entiendo el por qué,
si no existe manera alguna
de que mi cerebro vuelva
a articular una frase en torno a este momento,
tanto por horror como por capacidad.

Lentamente,
la bilis me comienza a
brotar por las fosas nasales,
los poros de mi piel están
completamente cerrados,
y regurgito excremento ya tragado.

El infierno no existe,
sólo este eterno deceso,
que rompe mis genitales a cuchilladas,
y desgarra mis intestinos retorcidos.

El suicidio sería el alivio más grande,
si tan sólo tuviera la capacidad de procrearlo.
La única tentación que sostengo es morir,
mi única esperanza, dejar de ser,
mi mayor desafío,
dejar de sangrar a causa
de la catana que me atraviesa
desde el ano hasta el cráneo.

Fiadmo

viernes, abril 27, 2007

Un beso a la eternidad

Allí donde nace la discordia,
radica mi fe,
donde el laberinto se angosta,
permanece mi esperanza,
donde las espinas no sólo clavan,
sino matan,
allí se refugia mi vida.

Porque algún día estuve en concordia
y me di cuenta que con un paradigma errado,
cuando estuve en lo cómodo,
descubrí la mentira cizañera,
cuando el manjar brotaba de las paredes,
me hundía en el suelo de la incoherencia,
cuando me hablaban de felicidad,
me apuñalaban por la boca,
cuando me miraban a la par,
era juguete de lobos.

Temí al dolor,
sufría en la oscuridad,
me maravillaba en el arco iris,
gozaba de sábanas limpias,
luchaba por la inercia y
apostaba a ciegas.

No sabía nada de la existencia,
el sentido se acurrucaba en miradas ajenas,
el amor era piramidal,
el tiempo confuso.

Para qué,
si basta contigo,
y basta conmigo.
Porque cuando soy débil,
entonces soy fuerte,
porque tu Dios es mi Dios,
porque tu esperanza es la mía,
porque tu vida es mi vida,
porque tu dolor es mi dolor.

Qué más pedir,
qué más anhelar,
qué más decir sino continuar.
Cómo maravillar si no es por tu razón,
cómo creer si no es por tu ser.


Eres y soy,
no más que criaturas,
pero no menos que ellas,
no más que extraños,
pero no menos que hombres,
no más que él,
pero no menos que ella,
no más que un dulce suspiro,
y no menos que un beso a la eternidad.

Fiadmo

domingo, abril 15, 2007

Mi Dama


Lo anoté en mi agenda,
es demasiado importante, inolvidable.
no caben excusas para fallar al encuentro
para el que nos hemos preparado por años.

Desde hace mucho que no estoy con ella,
es mi invitada de lujo,
la que me regalará prosperidad verdadera.

Una dama de distinguible respeto,
acalorada admiración
y causante de más de algún resquemor
producto de su carácter implacable e incuestionable,
de esos que no permiten reprensiones,
y que jamás han insinuado un error.


Para mañana me ha anunciado su venida,
y no puedo dormir esta noche.
Tengo tanto en que pensar,
tanto que recordar,
tantas cosas que decirle.

Mi vida por ella se regocija,
y mis muertes,
esas que todos sufrimos a diario
cuando recaemos en muletillas de mal,
mis muertes por ella se transfiguran en vida.

¿Qué desayuno me será conveniente?
Cada vez queda menos para que nuestras miradas se crucen,
para que su sangre conquiste mis arterias,
y que su aire insufle mis pulmones.

No tengo hambre,
solo ansío saber cómo está,
qué sorpresa me traerá.

Llegó el momento.
estoy en el punto de encuentro
vestido con mi traje más elegante,
perfumado con aroma de dioses,
alhajado con la parafernalia que cualquier don ansiaría.

Consulto mi reloj por última vez,
y éste me señala la hora exacta,
y sólo entonces aparece su silueta.

No cabe duda que es hermosa,
radiante,
con la sonrisa más cálida conocida,
con la presencia más arrebatadora
y el aura más esplendorosa.

Veo que se acerca,
y mis ojos brillan,
y los suyos atraviesan el espacio que nos separa
y se inyectan en mi ser.

Finalmente ha llegado.
Quizás ha sido el anhelo de mi vida,
la esperanza en mis tribulaciones,
y ahora, cuando la tengo en frente,
sólo quiero que vea mis lágrimas
para que sólo ella sea la encargada de abrazarme,
y cobijarme hasta la muerte.

Su paso es certero,
y me pregunto por qué tardó tanto.
Mi cara ya no es la de antes,
m cuerpo no es elástico,
mis ojos cansados
y mi piel arrugada denotan mi desgaste.

Pero eso no importa,
lo esencial es que ya se encuentra a unos pasos,
con su sonrisa de insaciable tranquilidad.

Se para frente a mí,
me deleita con su belleza,
y de un solo movimiento,
se encarga de que la distancia entre nosotros se anule.
Nos fundimos en un beso candente,
y nuestra existencia cobra sentido.
No quiero abrir más los ojos,
sólo anhelo perpetuar ese momento.
Me siento atiborrado de sensaciones,
colapsado de amor.

Y tan sólo un instante después,
ella ya no está, ha desaparecido,
al igual como lo comienzan a hacer mis piernas.
Y veo como mis manos se deshacen,
se degradan a fibras,
se convierten en polvo,
vuelven a la esencialidad del átomo.
Y me regocija la ausencia de carne,
la inmortalidad presente por medio de la muerte.

Pues esa muerte que me ha sido anunciada,
y con quien me he encontrado,
es el paso final para comprender la divinidad.

Hoy he nacido nuevamente,
no sé si de forma definitiva,
pero eso ya no importa.

El reloj desapareció de mi muñeca
y el corazón de mi pecho.

Ahora… sé quien soy,
y sé qué soy,
y soy quién soy,
y soy, a la vez,
completamente feliz.

Fiadmo

viernes, abril 06, 2007

Nos vemos en el Paraíso


Eres quien arrasa con mis miedos,
mi tranquilidad en la desesperanza,
mi ilusión de vencer a la muerte,
mi memoria de un gran amor.

Eres el dominio de mi imagen,
el avasallador quijote que tienta al destino
para proveernos de bienes y lujos,
el espíritu que me protege de la maldad
con su escudo poderoso.

Eres grito en el silencio,
firma permanente en mi biografía,
cabecera sobre la que descansa mi cuerpo,
energía sobre la que recaen mis fuerzas,
razón en la que se basa mi sabiduría.

Algunos hablaron de tragedia,
dijeron que el tiempo se adelantó al destino y
que no luchaste lo suficiente.
Yo hablo de la providencia,
doy gracias por la oportunidad y
me regocijo en ella, pues,
tú y yo sabemos
que los necios intentan tanto comprender,
que mantienen los ojos cerrados.

¿Quién diría que la felicidad está tan cerca
que no somos capaces de reconocerla?
Perdón te pido por haberte relegado,
Pues ciertamente, eras mi felicidad,
aquella que nunca dudó de mí,
la que me amó al extremo,
la que aún se contagia de emoción
y me persigue y penetra,
y vive conmigo cada segundo.

No nos hemos distanciado,
te siento,
me reconozco tuyo,
me perfilo en tu ausencia,
me enorgullezco de tu nombre,
me alío con tu santidad, y
le hago un altar a quién te concibió en esencia.

Caballero dorado,
cabalga por caminos desconocidos,
sembrando y conquistando
cuanto encuentres a tu paso.

Y que no te preocupe mi ser,
que tú y yo sabemos que pronto
nos encontraremos en San Juan,
brindando por la vida,
surcando tierras lozanas de amor,
y que nuevamente volveremos a estar todos reunidos
en torno a la mesa más hermosa y mejor preparada
de la que se haya tenido memoria,
cenando como siempre,
conversando como nunca,
amando en extremo.
Lo juro.

Nos vemos en el paraíso.

Siempre tuyo,

Fiadmo