viernes, abril 06, 2007

Nos vemos en el Paraíso


Eres quien arrasa con mis miedos,
mi tranquilidad en la desesperanza,
mi ilusión de vencer a la muerte,
mi memoria de un gran amor.

Eres el dominio de mi imagen,
el avasallador quijote que tienta al destino
para proveernos de bienes y lujos,
el espíritu que me protege de la maldad
con su escudo poderoso.

Eres grito en el silencio,
firma permanente en mi biografía,
cabecera sobre la que descansa mi cuerpo,
energía sobre la que recaen mis fuerzas,
razón en la que se basa mi sabiduría.

Algunos hablaron de tragedia,
dijeron que el tiempo se adelantó al destino y
que no luchaste lo suficiente.
Yo hablo de la providencia,
doy gracias por la oportunidad y
me regocijo en ella, pues,
tú y yo sabemos
que los necios intentan tanto comprender,
que mantienen los ojos cerrados.

¿Quién diría que la felicidad está tan cerca
que no somos capaces de reconocerla?
Perdón te pido por haberte relegado,
Pues ciertamente, eras mi felicidad,
aquella que nunca dudó de mí,
la que me amó al extremo,
la que aún se contagia de emoción
y me persigue y penetra,
y vive conmigo cada segundo.

No nos hemos distanciado,
te siento,
me reconozco tuyo,
me perfilo en tu ausencia,
me enorgullezco de tu nombre,
me alío con tu santidad, y
le hago un altar a quién te concibió en esencia.

Caballero dorado,
cabalga por caminos desconocidos,
sembrando y conquistando
cuanto encuentres a tu paso.

Y que no te preocupe mi ser,
que tú y yo sabemos que pronto
nos encontraremos en San Juan,
brindando por la vida,
surcando tierras lozanas de amor,
y que nuevamente volveremos a estar todos reunidos
en torno a la mesa más hermosa y mejor preparada
de la que se haya tenido memoria,
cenando como siempre,
conversando como nunca,
amando en extremo.
Lo juro.

Nos vemos en el paraíso.

Siempre tuyo,

Fiadmo