domingo, abril 15, 2007

Mi Dama


Lo anoté en mi agenda,
es demasiado importante, inolvidable.
no caben excusas para fallar al encuentro
para el que nos hemos preparado por años.

Desde hace mucho que no estoy con ella,
es mi invitada de lujo,
la que me regalará prosperidad verdadera.

Una dama de distinguible respeto,
acalorada admiración
y causante de más de algún resquemor
producto de su carácter implacable e incuestionable,
de esos que no permiten reprensiones,
y que jamás han insinuado un error.


Para mañana me ha anunciado su venida,
y no puedo dormir esta noche.
Tengo tanto en que pensar,
tanto que recordar,
tantas cosas que decirle.

Mi vida por ella se regocija,
y mis muertes,
esas que todos sufrimos a diario
cuando recaemos en muletillas de mal,
mis muertes por ella se transfiguran en vida.

¿Qué desayuno me será conveniente?
Cada vez queda menos para que nuestras miradas se crucen,
para que su sangre conquiste mis arterias,
y que su aire insufle mis pulmones.

No tengo hambre,
solo ansío saber cómo está,
qué sorpresa me traerá.

Llegó el momento.
estoy en el punto de encuentro
vestido con mi traje más elegante,
perfumado con aroma de dioses,
alhajado con la parafernalia que cualquier don ansiaría.

Consulto mi reloj por última vez,
y éste me señala la hora exacta,
y sólo entonces aparece su silueta.

No cabe duda que es hermosa,
radiante,
con la sonrisa más cálida conocida,
con la presencia más arrebatadora
y el aura más esplendorosa.

Veo que se acerca,
y mis ojos brillan,
y los suyos atraviesan el espacio que nos separa
y se inyectan en mi ser.

Finalmente ha llegado.
Quizás ha sido el anhelo de mi vida,
la esperanza en mis tribulaciones,
y ahora, cuando la tengo en frente,
sólo quiero que vea mis lágrimas
para que sólo ella sea la encargada de abrazarme,
y cobijarme hasta la muerte.

Su paso es certero,
y me pregunto por qué tardó tanto.
Mi cara ya no es la de antes,
m cuerpo no es elástico,
mis ojos cansados
y mi piel arrugada denotan mi desgaste.

Pero eso no importa,
lo esencial es que ya se encuentra a unos pasos,
con su sonrisa de insaciable tranquilidad.

Se para frente a mí,
me deleita con su belleza,
y de un solo movimiento,
se encarga de que la distancia entre nosotros se anule.
Nos fundimos en un beso candente,
y nuestra existencia cobra sentido.
No quiero abrir más los ojos,
sólo anhelo perpetuar ese momento.
Me siento atiborrado de sensaciones,
colapsado de amor.

Y tan sólo un instante después,
ella ya no está, ha desaparecido,
al igual como lo comienzan a hacer mis piernas.
Y veo como mis manos se deshacen,
se degradan a fibras,
se convierten en polvo,
vuelven a la esencialidad del átomo.
Y me regocija la ausencia de carne,
la inmortalidad presente por medio de la muerte.

Pues esa muerte que me ha sido anunciada,
y con quien me he encontrado,
es el paso final para comprender la divinidad.

Hoy he nacido nuevamente,
no sé si de forma definitiva,
pero eso ya no importa.

El reloj desapareció de mi muñeca
y el corazón de mi pecho.

Ahora… sé quien soy,
y sé qué soy,
y soy quién soy,
y soy, a la vez,
completamente feliz.

Fiadmo